1.1.09

Avanzó sin detenerse; saltando los adoquines rotos y cambiando de la acera al arcén. Sin pensárselo dos veces, esquivó los negros e imponentes pivotes en un zigzag propio de autómatas. Su cuerpo no respondía a la lógica: por una vez, permitió que el instinto se adueñara de la situación y decidiera cómo huir. Al probar el placer de no estar atada a una estúpida y rígida conciencia, se sintió plenamente en paz con su interior; había liberado algo oculto en sus sentimientos. Todo era perfecto...

Excluyendo el hecho de que alguien la perseguía con el fin de liquidarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario