28.2.10

¿Quién sería aquella gran mujer?

Elizabeth Taylor es una mujer inglesa, que nace en el feudalismo, en el seno de una familia adinerada. Es alta y delgada, mas no por ello escuálida –al contrario, es esbelta. Su piel tiene una tonalidad cercana al marfil y al color del melocotón. Sin embargo, resulta al tacto aún más suave que la cáscara de este último.

Elizabeth ronda los veinte años, es hermosa y está en la flor de la vida. Es de miembros gráciles y rasgos afilados –exceptuando sus marcados pómulos. En contraste, sus andares, aún asemejándose en ocasiones a una bella danza, son firmes, lo cual le confiere el aspecto de una mujer decidida y segura.

Suele vestir con prendas barrocas –acordes a la época en la que vive -, con sinuosos escotes y apretados corsés. Mas no se pueden decir que no tenga motivos para vestir de ese modo, pues blasfema y mentira sería decir que tantas mujeres no matarían por brillar de esa manera; su vestimenta no hace más que realzar su cintura de avispa, la gracia de sus pasos, la perfección y redondez de sus jóvenes senos.

La joven Elizabeth presume de una larga melena de intrincados rizos –que se forman con el peso del cabello a partir de las sienes -, moldeados y de un dulce color castaño claro. Algunos mechones son rubios; parecen pequeños destellos de luz en torno a su rostro. La forma de éste es afilada, aunque en algunos lugares se dan pequeños redondeles que restan dureza a sus rasgos. Todos sus relieves parecen haber sido torneados en la más fina porcelana, suavemente y sin prisas, con todo lujo de detalles y pequeños lugares que adornan su tez. Qué gran obra de arte.

La mandíbula de Elizabeth forma una perfecta “v”, que termina en una menuda pero elegante barbilla. Sobre ésta, depositados unos labios –que más se asemejan a dos pequeños frutos jugosos, dos finas líneas que parecen tentar a la moral. En ocasiones, éstos parecen formar una sola línea –al contraerse en un rictus de contrariedad. Mas esto no le resta de modo alguno ni un ápice de hermosura.

Su nariz es pequeña, aunque no en exceso –como todo en ella, siempre en la milimetrada y justa medida (qué exasperante resulta a veces). Es fina y algo puntiaguda. Sobre esta se encuentran dos pequeños ojos, almendrados y abiertos, con unas pestañas de longitud inverosímil y varias capas de máscara. Son coronados sus ojos de color miel por dos cejas que pueblan sendos arcos con largos y delicados pelos de color ceniza.

Bajo un fino cuello, se le marca seductora y divinamente la clavícula. Asoman esos dos huesecillos bajo la piel, realzando su clase.

Mas no por ser Elizabeth una mujer cuidada y dedicada a su aspecto se deja llevar en todas las decisiones por los hombres de su alrededor. No señor, Elizabeth es una mujer que se impone, y ciertamente tiene justo ahí su gracia: en su carácter. Tiene, sin duda alguna, su punto de mal genio. Cuando quiere algo no lo duda, va a por ello, lucha por ello; no se da fácilmente por vencida.

Elizabeth Taylor no disfruta especialmente con los cumplidos –hay que reconocerle que tienen sus admiradores motivos para sentirse atraídos – y otra clase de halagos empalagosos, no se deja embaucar. Sin embargo, tampoco le agrada que hombres bruscos y maleducados (y tipejos de la misma calaña) le pongan las manos encima, la deseen de una manera obscena con la mirada, le echen al oído sus alientos cargados de alcohol y solo Dios sabe qué más. Bajo su fortaleza y coraje, eso le provoca una repulsión que, en ciertos puntos, la desarma.

Pero no todo en ella es valentía y frialdad. También tiene un buen corazón, y se preocupa y cuida de su padre con todo detalle. Le atiende y mima, más como a un niño pequeño y enfermo de varicela que como al pobre anciano con las horas contadas que es.

También saca a la luz sus sentimientos con sus esposo. A veces le cuesta reconocerlo, y le vira la cara negando su afecto hacia él. También le dedica miradas de desprecio y desdén cuando se enfadan. Pero acaba reconociendo su error y pidiendo perdón (al menos en una de cada tres veces), dado que sabe que ha de admitir que una parte de ella –una gran parte –está perdidamente enamorada de ese humilde hombre, de joven espíritu y alma sincera. Por sus ideales similares y caracteres tan opuestos como compatibles, conforman una pareja ideal, sin lugar a dudas.

5.2.10

River flows in you

Revoloteos. Cosquilleos erizan los pelos de los brazos. Pasos se pierden en la noche. Notas que hacen adornos, te acaracician con sus suaves melodías. Forman puntos suspensivos cargados de significado, simplemente a partir de silencio.
Agudos toques que te susurran música al oído, ascienden y descienden, adornan todo con florituras puras y melódicas.
Silencio.
Esa misma melodía, embarga tu mente. Inunda tus oídos, haciéndote sentir, sin motivo aparente alguno, repentinamente bien. Sube el volumen, y notas como algo crece en tí. Algo especial, mágico. Y asciende, y asciende. Crees rozar algunas estrellas con las puntas de los dedos. Un rápido trino sigue al descenso de la música. Percibes cómo las corcheas y los bemoles te besan las puntas de las pestañas.
Lágrimas de rocío recorren tus mejillas, a la par que la música se va, como un soplo de aire...
Y te despides de ellas, de esas notas mágicas y cristalinas, mientras escuchas cómo se extingue la melodía.

2.1.10

Con razón la ilusión pintada en nuestros ojos,
cual estrellitas en medio de una noche de soledad.
Con razón la esperanza salpicada en nuestros ojos,
cual manchas de pintura que adornan un lienzo en blanco.
Con razón.

11.12.09

Brumas sobre el tejado,
y nieblas que ofuscan mi mente.

Marismas que nublan la visión,
y dificultades que abruman a la gente.

No es de estúpidos
cerrar las compuertas,
sino de inteligentes
el saber cuándo y cómo correrlas.

En un instante noto
cómo todo se desvanece,
a mi alrededor,
en torno a mí,
el panorama desaparece.

Deja sólo tras de sí
un fino polvo,
etéreo y desconocido.

Como si tan sólo de un sueño
se hubiera tratado;
como si únicamente una ilusión,
un mero espejismo,
hubiera sido.

22.10.09

Puf.

Una calada sugestiva, expira humo y se muerde el labio...
Él la mira, ella sonríe. Ambos se van al baño.

Sus pestañas, húmedas, como todo en el ambiente. Sus labios, mojados, como la ropa interior que llevaban.

Y sale, envuelta en su abrigo, moviendo las caderas y llevándose en sus movimientos las miradas del resto de hombres del bar. Hasta que desaparece, volviéndose un punto de cuero lila en una noche oscura.

2.9.09



Sólo por hoy miraré hacia el frente, sin pararme a pensar en nada.
Sin tener que responder ante nada ni nadie.
No me detendré ante nada, no tendré miedo de nadie porque no hay nada que temer.

Sólo por hoy me escaparé de este mundo para volar entre fantasías,
Y hacer de mi vida lo que un día fue el sueño de un futuro ideal, repleto de proyectos.

Tú no, pero alguien, sí, alguien anónimo, me cuida,
Y me aferraré a él como mi pequeño paraguas –que me proteja de las lluvias de los mayores.
Te voy a coger de la mano y te voy a enseñar el mundo de Mary Poppins.

¿Te cuento un secreto?
Por el día de hoy,
No hay nada que temer.


Oigo de nuevo esa música, se interna en mi cerebro. Afloran los recuerdos, a la par que dos lágrimas surcan mis mejillas. Las noto frías, sobre mi piel...
Alzo la cabeza, me tiemblan los labios. Si estaba perdida en el presente, ahora lo estoy en el pasado; los malos recuerdos hacen que mis ojos se abran hasta casi salirse de sus órbitas. Los cierro con mis manos, temblorosas; poso las yemas sobre mi cara, y éstas se empapan de lágrimas derramadas... Mis manos descienden a mi cuello, y noto también en él ese gélido tacto.

Con las manos en la nuca, caigo sobre mis piernas. La cabeza gacha; rehúso lo que es evidente... Me rompo en sollozos, me resquebrajo en un llanto gritado. Mi respiración se agita en cuestión de segundos.

Pero acaricio y ligeramente aprieto mi cuello con las manos; ahora sé que puedo parar cuando quiera, y eso es lo que hago. Sí, ya puedo notar como el aire deja de fluir lentamente por mi garganta. Poco a poco, expiro una sustancia etérea; es mi alma, que ha sido liberada por fin de mi cuerpo. Cuantos tópicos para una sola verdad.

9.7.09

Cuéntame algo nuevo,
cuéntame sólo a mí solita algo que no sepa...
Déjame descubrir cómo son las cosas,
o si no, descúbreme tú cosas nuevas...

Sueña que somos un sueño,
y que los dos juntos lo vivimos.
Sueña que sueño contigo,
que tú estás a mi lado,
y yo al tuyo en el camino.

21.6.09


Gracias por todos esos momentos que me regalaste,
gracias por todo ese afecto que trajiste a mi vida,
gracias por haber estado ahí siempre que yo te necesitaba...


Y gracias, de veras, gracias,
por amarme.




Cause I love you too, babe :)



14.2.09

Las Cosas Buenas

Las cosas buenas en la vida nunca vienen solas,
traen mejoras por delante,
traen bajo sus faldas malas personas.

Las cosas buenas son como las olas,
van y vienen con sus travesurantes andantes;
siempre rompen sus algodonadas crestas.

Las cosas buenas son solo eso,
cosas buenas;
siempre terminan,
siempre se recuerdan.