2.9.09



Oigo de nuevo esa música, se interna en mi cerebro. Afloran los recuerdos, a la par que dos lágrimas surcan mis mejillas. Las noto frías, sobre mi piel...
Alzo la cabeza, me tiemblan los labios. Si estaba perdida en el presente, ahora lo estoy en el pasado; los malos recuerdos hacen que mis ojos se abran hasta casi salirse de sus órbitas. Los cierro con mis manos, temblorosas; poso las yemas sobre mi cara, y éstas se empapan de lágrimas derramadas... Mis manos descienden a mi cuello, y noto también en él ese gélido tacto.

Con las manos en la nuca, caigo sobre mis piernas. La cabeza gacha; rehúso lo que es evidente... Me rompo en sollozos, me resquebrajo en un llanto gritado. Mi respiración se agita en cuestión de segundos.

Pero acaricio y ligeramente aprieto mi cuello con las manos; ahora sé que puedo parar cuando quiera, y eso es lo que hago. Sí, ya puedo notar como el aire deja de fluir lentamente por mi garganta. Poco a poco, expiro una sustancia etérea; es mi alma, que ha sido liberada por fin de mi cuerpo. Cuantos tópicos para una sola verdad.

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