Brumas sobre el tejado,
y nieblas que ofuscan mi mente.
Marismas que nublan la visión,
y dificultades que abruman a la gente.
No es de estúpidos
cerrar las compuertas,
sino de inteligentes
el saber cuándo y cómo correrlas.
En un instante noto
cómo todo se desvanece,
a mi alrededor,
en torno a mí,
el panorama desaparece.
Deja sólo tras de sí
un fino polvo,
etéreo y desconocido.
Como si tan sólo de un sueño
se hubiera tratado;
como si únicamente una ilusión,
un mero espejismo,
hubiera sido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario